
Miles de clientes compran a diario productos por Internet para recibirlos directamente en sus domicilios, pero los servicios de entrega dejan varios de esos paquetes en las entradas de las viviendas y algunos ladrones los roban antes de que el dueño los recoja. Mark Rober fue víctima de esa práctica y, harto de sufrir hurtos de ese tipo, el año pasado diseñó una trampa explosiva que liberaba una mezcla de material brillante con un olor hediondo para castigar a los amigos de lo ajeno.
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