
Xavier Niel aprendió a programar por su cuenta con un Sinclair ZX81 que su padre le regaló cuando cumplió los 16 años. En lugar de dedicar su tiempo -como la mayoría de niños de su generación que tuvieron acceso a estos primeros ordenadores personales- a cargar juegos grabados en casetes, se apasionó por los lenguajes de programación. Sólo tres años después tenía suficiente experiencia en telecomunicaciones como para crear y vender (a buen precio) su primera compañía.
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